lunes, 7 de septiembre de 2009

El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza

Con este consuelo me metí en la cama y traté de dormirme repitiendo para mis adentros la hora en que quería despertarme pues sé que el subconsciente además de desvirtuar nuestra infancia, tergiversar nuestros afectos, recordarnos lo que ansiamos olvidar, revelarnos nuestra abyecta condición y destrozarnos, en suma, la vida, cuando se le antoja y a modo de compensación, hace las veces de despertador.