jueves, 21 de agosto de 2014

"Elalmaherida", Flopa Manza Minimal

De Minimal, que dice: "decir que sí, cuando se siente no" (y yo pienso decir que no, cuando se siente sí):

No queda nada en que creer
ni nada que crear,
caminos que he de recorrer
van a ningún lugar.

Pero este valle es de lágrimas amargas.

No es la ciudad, no es la desilusión,
es esa especie de teatro en el
decir que sí cuando se siente no,
y así olvidarnos que la muerte espera al fin,
y el tiempo es lo único
que corre en contra de mí.

Saber que nada importa ya
y todo cuente igual
sentir que esto ya pasó
y no poder olvidar el almaherida.

No es la ciudad, no es la desilusión,
es esa especie de teatro en el
decir que sí cuando se siente no,
y así olvidarnos que la muerte espera al fin,
el tiempo es lo único
que corre en contra de mí.

lunes, 4 de agosto de 2014

"Iónich", de Antón Chéjov

Antón, 1860-1904.
"Startsev frecuentaba muchas casas y se encontraba con mucha gente, pero no intimaba con nadie. Los habitantes de la ciudad lo irritaban con sus charlas, sus puntos de vista y aun con su aspecto. Poco a poco, la experiencia le hizo ver que el pequeño burgués, mientras uno jugaba con él a las cartas o compartía su comida, era un hombre pacífico, bien dispuesto y hasta inteligente, pero apenas uno comenzaba a hablarle sobre alguna cosa que no se podía comer, como la política o la ciencia, se metía en un callejón sin salida o empezaba a desarrollar una filosofía tan maligna y obtusa, y a uno no le quedaba más remedio que dejar de hablar y hacerse a un lado. Al intentar Startsev una plática con un burgués liberal acerca de que la Humanidad, gracias a Dios, progresaba y que, con el tiempo, se las arreglaría sin pasaportes y sin la pena de muerte, el hombre lo miró de reojo y desconfiado le preguntó: '¿De modo que entonces cualquiera podrá degollar en la calle a quien le plazca?'. Y cuando, en la sociedad, durante la cena o el té, Startsev hablaba de la necesidad de trabajar, ya que no se puede vivir sin trabajo, todos lo interpretaban como un reproche, comenzaban a enfadarse y discutir tercamente. Además, aquellos burgueses no hacían nada, absolutamente nada y no se interesaban por nada, de manera que resultaba muy difícil encontrar un asunto sobre el cual se pudiera hablar con ellos."

En Enemigos. Iónich, Barcelona, Plaza & Janés, 1998, p. 91-93.